viernes, 28 de mayo de 2010
Sabor a León
Gran tarde de literatura la que nos deparó ayer un cuestionado José Carlos Carmona, quien - quizás presionado por la urgencia de sacar un libro rápido para aprovechar el tirón de Sabor a Chocolate - se centró mucho en la canela y poco en el sabor.
El libro aprobó con un 5.06 gracias a la sensibilidad del sector femenino y a la ausencia del nuevo presidente de la única comunidad de propietarios cuyo idioma oficial es el mandarín, quien no pudo llegar a tiempo de destrozar el escrito con sus agudos comentarios.
La conversación mantuvo el nivel hasta altas horas de la madrugada y todo quedó resuelto menos dos misterios: el del resto de la vida de Cecile y el del contenido de un paquete que llegó de León.
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Estimados contertulios:
ResponderEliminarLamento no haber asistido a la que tuvo que ser muy amena tertulia en el día de ayer.
Mis obligaciones como vocal no me permitieron acudir a tan importante cita. No salí de la reunión hasta las 22:45, hora en la que estaría más que cerrada la votación y la tertulia y en la que rondaríais los "postres".
Nuestro tema comunitario final fue la fecha de apertura de la piscina comunitaria y fiesta de celebración. Se acordó montar un agapé tipo barbacoa, pudiendo evitarse una de rollitos de primavera ante la ausencia de orientales que dicen será avalancha en breve en nuestra querida comunidad.
Del libro he intentado colgar algún comentario, pero no termino de aclararme con las entradas del blog.
Agradezco a la misteriosa dama de León que interceda para que se me permita votar, pero mucho me temo que el afamado vecino seguirá saliendo victorioso con su aprobado a pesar de mi voto. Parece que el espíritu "García Márquez no puede suspender, le doy un diez" se recreó en el día de ayer en nuestro lado más femenino (que abarca a ambos sexos, Jorge) y el vecino José Carlos pudo evitar su merecido suspenso.
Su buen estilo (me gustó su prosa poética y me encantó el capítulo en el que describe el sentimiento de un director de orquesta) no puede evitar una historia rocambolesca y que llega a ser de cachondeo. Memorables capítulos como el del fallecimiento de su hijo por la bomba que puso su amiga, su separación matrimonial por remordimientos para finalizar que su marido era igual o peor que ella y el epílogo inventado, merecían de por sí un severo castigo. Y menos mal que la viola no apareció en el mercadillo de la Alameda.
Espero impaciente sus nuevas entregas que dicen dejarán de llamarse Sabor a.... para dar unos comienzos más olfativos. Su nueva novela "Olor a moñiga", basada en la vida de una ordeñadora de vacas gallega que se convierte en una afamada exportadora de vacuno, promete dar bastante juego.
Saludos.