lunes, 21 de diciembre de 2009

La exposición “Sánchez Mejías y la Edad de Plata” descubre la cara más desconocida del torero y propone un viaje a la Sevilla de los años 20

Fuente : Centro de Estudios Andaluces

Con motivo del 75 aniversario de la muerte del polifacético personaje y de la primera edición del Llanto de García Lorca, el Centro de Estudios Andaluces y el equipo sevillano Estudio Puerta de Tannhauser organizan, en colaboración con ICAS, la exposición “Sánchez Mejías y la Edad de Plata”, que tendrá lugar en el Casino de la Exposición de Sevilla durante los meses de diciembre y enero.
La exposición pretende descubrir y divulgar la vida del hombre que García Lorca convirtió en mito literario al dedicarle su llanto. Un personaje extraordinario y adelantado a su tiempo que nos acercará, de una manera diferente, la Edad de Oro del Toreo, la Sevilla de los años 20, la Generación del 27 y a una época cultural irrepetible: la Edad de Plata de la Cultura Española.
El proyecto, dirigido por Antonio Fernández Torres con el asesoramiento de Andrés Amorós, ha sido realizado por el equipo de trabajo de Tannhauser Estudio y cuenta con el apoyo de los descendientes de Sánchez Mejías. Está estructurado sobre los contenidos del archivo familiar, gran parte inédito, que muestran la relación del protagonista del Llanto con el mundo cultural y social de la época, especialmente con algunos de los integrantes de la Generación del 27.

La organización de la reunión del 27 en Sevilla, la novela inédita de Sánchez Mejías, artículos, cartas y fotografías nunca vistas, acompañados de audiovisuales y escenografías compondrán la muestra.

La exposición tendrá un rico programa de actividades paralelas con más de 30 actos, organizados con la colaboración del Casino de la Exposición, entre los que se encontrarán conferencias, conciertos, audiovisuales, recitales de poesía, fiestas de época, etc.

En el marco de la exposición, la editorial Almuzara editará dos publicaciones: el libro de la muestra (una completa biografía escrita por Antonio Fernández Torres y Andrés Amorós), y la novela inédita de Ignacio Sánchez Mejías (que ha sido estudiada y comentada por Andrés Amorós).

Actividades

El programa de actuaciones y eventos paralelos que acompañan a esta propuesta persigue convertir la exposición en un evento cultural vivo, en torno al cual giren numerosas actividades y propuestas que introduzcan el proyecto expositivo y sus objetivos en la agenda cultural y de ocio de la ciudad.

Con el fin de cumplir con todos aquellos aspectos característicos de este rico periodo, han sido definidas tres líneas temáticas en las que se enmarcan cada una de las actividades planificadas:

1. Los años 20: Ignacio Sánchez Mejías y su tiempo
2. El resplandor del toreo: las Edades de Oro y de Plata de la Tauromaquia.
3. La Edad de Plata de la cultura española: un momento irrepetible.

Igualmente, con objeto de ampliar y enriquecer los contenidos de la muestra, se ha creado un gabinete pedagógico así como un taller infantil que pretende desarrollar un nivel de lectura enfocado al público más joven.

EXPOSICIÓN Sánchez Mejías y la Edad de Plata
Del 16 de diciembre de 2009 al 31 de enero de 2010
Casino de la Exposición
Glorieta de San Diego, parque de Maria Luisa, s/n. Sevilla

Horario:
Martes a sábado: de 10:00 a 15:00 y de 17:00 a 21:00
Domingos y festivos (24 y 31 de diciembre, 5 de enero: de 10:00 a 15:00)
Cerrado todos los lunes, y los días 25 de diciembre, 1 y 6 de enero

Entrada libre

Fuente :
http://www.centrodeestudiosandaluces.es/?mod=actividades&id=1837&cat=22&idm=

lunes, 14 de diciembre de 2009

El Pentateuco de Isaac



Interesante tertulia la que nos deparó el Pentateuco de Isaac. El totalitarismo, la religión, la guerra y el destino fueron algunos de los temas que se pusieron sobre la mesa.

El libro aprobó con un 7,6 - una de las máximas puntuaciones hasta la fecha - y la tertulia continuó en El Mariscal hasta la hora de cenar.

Nota: Se debatió la expulsión de Natalia debido a su ausencia de las últimas reuniones. Finalmente se acordó reducir su sanción a una amonestación verbal por parte de su marido.

La próxima cita será con Un Mundo para Julius el próximo jueves 21 de enero a partir de las 20:30 en La Azotea.

martes, 8 de diciembre de 2009

Una improvisación de Haruki Murakami : "Tres Solos De Jazz"

Lo siento pero no he podido resistir la tentación de trasladar a éste espacio
un artículo de Haruki Murakami en el número 74 de la revista Etiqueta Negra:


"TRES SOLOS DEL JAZZ"



Lado A: Billie Holiday

Yo escuchaba mucho a Billie Holiday cuando era joven. Y me parecía conmovedora. Pero no llegué a apreciar realmente lo maravillosa que era hasta después, cuando fui mayor. Lo que significa que, después de todo, el envejecimiento tiene algunas compensaciones.
En los viejos tiempos, yo escuchaba la música que grabó en los años treinta y principios de los cuarenta.Durante esos años, su voz era fresca y juvenil, y ella producía una canción detrás de otra, la mayoría de las cuales fueron reeditadas por Columbia Records en los Estados Unidos. Rebosaban de imaginación y vuelos
acrobáticos de canto. El mundo entero se balanceaba a su ritmo. Lo digo en serio, el planeta se mecía de verdad. No estoy exagerando. Estamos hablando de magia, no sólo de arte. El único otro músico que conozco con semejante virtuosidad mágica era Charlie Parker.
Mi joven Yo no escuchó con tanta atención las grabaciones posteriores de Billie Holiday, su época en Verve, que grabó cuando las drogas habían vuelto áspera su voz y corroído su cuerpo. O tal vez las evité a propósito. Sus canciones de esa era, sobre todo durante los años cincuenta, me parecían dolorosas, opresivas, patéticas. Sin embargo, a medida que atravesé mis treinta años y entré a los cuarenta, me encontré poniendo esas canciones en mi tornamesa más y más a menudo. Sin saberlo yo, estaba comenzando a ansiar esa música, física y emocionalmente.
¿Qué era lo que me estaba volviendo más hábil para escuchar en las canciones posteriores de Billie Holiday, canciones que de alguna manera podríamos catalogar como destrozadas, que antes no podía escuchar? He pensado mucho en esto. ¿Por qué han ejercido tan poderosa atracción en mí?
Se me ocurrió hace poco que la respuesta podría de alguna manera involucrar la idea del «perdón». Cuando escucho las canciones posteriores de Billie Holiday, puedo sentirla extendiendo la mano para abrazar los corazones de las muchas personas que he herido en el transcurso de mi vida y en mi escritura, aquellos que han sufrido por mis errores, y atrayéndolos hacia sí. Todo está bien, canta ella para mí. Déjalo ir. Esto no tiene nada que ver con «sanar». Yo no estoy siendo sanado en manera alguna. Es simplemente el perdón.
Sé que esta interpretación de la música de Billie Holiday es demasiado personal. Jamás sugeriría que puede aplicarse a todos. Por eso es que recomiendo su magnífica colección de Columbia. Si tuviera que escoger sólo una canción, sería sin duda «When You’re Smiling». El solo de Lester Young a la mitad es también un deleite, una obra de genio.
«Cuando tú sonríes, el mundo entero sonríe contigo».
Y el mundo de verdad sonríe. ¡Puedes no creerlo, pero en verdad brilla!

Lado B: Stan Getz

Stan Getz era un hombre complejo y emocionalmente perturbado, cuya vida es difícil de llamar feliz o tranquila. Su ego era como una aplanadora, mientras que su cuerpo era devorado cada vez más por cantidades masivas de alcohol y drogas. De hecho, casi no conoció un momento de paz desde el día en que nació hasta el día en que tomó su último respiro. Casi siempre hería a las mujeres a las que lograba acercarse, mientras que sus amigos terminaban alejándose disgustados.
Pero por más violenta y extrema que haya sido la vida del Stan Getz de carne y hueso, la dulce magia que llenó su música como el batir de las alas de un ángel nunca flaqueó. Cada vez que subía al escenario, instrumento en mano, nacía un mundo nuevo. Tal como el pobre rey Midas, cuyo simple toque convertía todo en oro.
Nosotros podemos ver oro también en las brillantes melodías que se encuentran en el corazón de la música de Getz. Por más recargado que fuera el riff que producía en up-tempo, éste era siempre espontáneo, sonoro y lírico. Como un cantante bendecido por la Providencia con una voz perfecta, él manipulaba su saxo tenor con completa virtuosidad, tejiendo sin palabras estrofas de trascendental claridad. Ha habido innumerables saxofonistas en la historia del jazz. Sin embargo, ninguno ha podido tocar con tanta pasión como Getz sin caer jamás en lapsos sentimentales baratos.
Yo me he sumido en muchas novelas a lo largo de los años y he sido cautivado por muchas funciones de jazz. Pero, para mí, F. Scott Fitzgerald significa «la novela», mientras que Stan Getz es sinónimo de «jazz». Ahora que lo pienso, hay ciertas similitudes entre ambos. Para empezar, el arte de cada cual tuvo obvios defectos –eso debe estar claro desde el principio–. Pero si ellos no hubieran pagado el precio de estos defectos, es dudoso que habrían podido dejar obras de belleza tan duradera. Esta es la razón por la que me puede gustar sin reservas todo lo que han creado, tanto lo bello como lo imperfecto.
De todas las obras de Getz, mi favorita es el set de dos discos que grabó en el club de jazz Storyville en 1951. Getz se sobrepasa a sí mismo en esta interpretación –toda faceta de su arte es magnífica–. Esto sonará trillado, pero esas grabaciones me parecen alimenticias a perpetuidad. Trata de escuchar, por ejemplo, la pista titulada «Move». La sección de ritmo de Al Haig, Jimmy Raney, Teddy Kotick y Tiny Kahn es perfecta: se les percibe directos y serenos, pero el ritmo fluye con la ardiente fuerza de la lava subterránea.
Aun así, Getz es de lejos el mejor. Elevándose como Pegaso, hace a un lado las nubes para revelar en un momento enceguecedor la brillante colección de estrellas. La música rompe contra nosotros en vívidas olas, trascendiendo al tiempo. ¿Qué puede explicar este poder? Es porque sus melodías despiertan sin piedad a la manada de lobos hambrientos que tiene dentro cada una de nuestras almas. El aliento de estas bestias se hunde sin palabras en la nieve, tan gruesa y blanca y hermosa que podrías cortarla con un cuchillo. Esto es lo que la música de Stan Getz nos permite considerar, la fatídica crueldad que se esconde amortajada en los bosques profundos de nuestro espíritu.

Bonus track: Thelonious Monk

En una época de mi vida, me sentí atraído como por el destino a la música de Thelonious Monk. Cada vez que escuchaba el inconfundible sonido de su piano –como un pico golpeando hielo duro en un ángulo extraño pero efectivo– solía suspirar: «¡Aah, esto es el jazz!». Me animaba y me inspiraba.
Aún hoy, una escena particular me conecta con Monk: café negro y cargado, un cenicero rebosante de colillas, un par de grandes parlantes JBL, una novela a medio leer (tal vez algo de Georges Bataille o William Faulkner), el primer suéter del otoño, la fría soledad de una pequeña cafetería de jazz. Todavía me gusta imaginarme esta escena. Puede ser que tenga muy poca conexión con algo que sucedió de verdad, pero se preserva en mi memoria maravillosamente balanceada, como una fotografía bien compuesta.
La música de Thelonious Monk era obstinada y dulce, intelectual y excéntrica, pero por alguna razón que nunca he podido determinar, daba siempre en el clavo. Era como un «hombre de misterio» que se aparece sin previo aviso, deja caer algún objeto increíble sobre la mesa, y desaparece sin decir palabra. Experimentar la música de Monk en la de uno mismo era adoptar algo misterioso. Miles Davis y John Coltrane eran músicos de sorprendente genialidad, pero ninguno de ellos fue jamás un hombre de misterio en este sentido.
No puedo recordar exactamente cuándo la música de Monk comenzó a perder su brillantez original, cuándo el misterio dejó de ser un misterio. Entre sus obras posteriores me encantaba Underground, pero aunque suene extraño no puedo recordar casi nada más de alrededor de ese período. A la vez que el mismo Monk se desvanecía de a pocos en la niebla sin que yo me diera cuenta, el balance y el misticismo de la escena de la que él había formado parte también comenzaron a desaparecer. Luego vino la incoherencia de aquella época sin heroísmo, los años setenta.
Yo compré el LP de Monk con el simétrico título de 5 by Monk by 5 en una tienda llamada Marumi Records cerca del Santuario de Hanazono en Shinjuku, en el corazón de Tokio. Era un disco importado y, por lo tanto, bastante caro, dado el estado de mi billetera. De hecho, estaba planeando comprar un álbum de Red Garland Prestige, pero cuando el vendedor vio mi selección, arremetió contra mí. «Un joven como tú no debería comprar esa basura», me sermoneó. «Dale una buena escuchada a éste en su lugar». Y, prácticamente en contra de mi voluntad, fui obligado a comprar el disco de Monk. Era un viejo extraño. Pero tenía razón. Escuché 5 by Monk by 5 una y otra vez, pero, por mucho que lo escuchara, nunca me aburrí de él. Cada nota, cada frase, era tan rica, tan llena de alimento, que podías exprimirla y exprimirla
sin que se le agotara el jugo. Y con ese privilegio especial que viene con la juventud, absorbí cada
gota hasta mis mismas células. La música de Monk sonaba todo el tiempo en mi cabeza, incluso cuando caminaba por la calle. Pero nunca pude explicarle a nadie por qué me gustaba tanto. Las palabras correctas parecían no existir.
Fue entonces cuando me di cuenta: ésta es una de las más apremiantes formas que puede tomar la soledad. ¡Y eso estaba bien! Sí, yo estaba solo, pero eso estaba bien. Me parece ahora que en ese tiempo yo estaba decidido a recolectar todas las formas posibles de la soledad. Mientras fumaba una montaña de cigarrillos.

Un par de sitios :




No puedo hacer comentarios tras leer este artículo ,solo desear que haya alguien ahí fuera que descubra la inmensidad de éstos genios gracias a Murakami.