El polvo ya se habia depositado en nuestros cristales, mientras, por la pequeña grieta que provocó el primer tapon de Dom Perignon de aquella primera tertulia, se diluía el gas del tirador de fresquitas Cruzcampo y la cisterna dejaba de gotear palabras, nuestro bar de libros sucumbía al inexorable trancurso del tiempo y mejores quehaceres.
Ante la resignación un enlance para la esperanza
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